BETICOS DE VALENCINA
   
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BÉTICOS DE VALENCINA

PEÑA CULTURAL BÉTICA MANUEL MONTILLA SUAREZ
DE
VALENCINA DE LA CONCEPCIÓN

 

       
     

 
                  

                


 

BETICOS VALENCINEROS




 



Me preguntan ¿Por qué soy del Betis?


Soy del Betis por lo que cabe en él: la risa, la paciencia eterna, los goles en contra al final del partido, y la increíble respuesta a tiempo.  Soy del Betis por mi padre, por un sentir, ¿tal vez nací así? que se yo… Lo cierto que ser der Betis es ser diferente.

En el Betis cabe lo distinto: un alemán negro, un brasileño rubio, un guineano de Valladolid, un portero sin dedos, un suizo beligerante. Caben bicicletas que no llevan a ningún sitio, pero emocionan y valen más que cualquier fortuna; caben delanteros inofensivos, la maldición del extremo izquierdo, el gorro de Finidi, el fallo de Cardeñosa, el penalti de Joaquín, los goles de falta de un portero, el manquepierda, las rimas de Melado, el Currobetis, los 21 penaltis contra el Bilbao, las lágrimas de Esnaola, el regate de la tostá, un escudo masónico, las marchas verdes. En el Betis cabe el sentirse raro al ganar, la pasión por sufrir, el absurdo, el no saber explicar por qué y sin embargo nunca dudar de que haya algo especial que lo rodea todo.

El Betis nació para evitar una injusticia a un minero: era suficientemente bueno jugando al fútbol pero no suficientemente rico. Desde entonces, al Betis le roban lo que regala, se ríe de los puristas, de los resultadistas de lo que es útil pero feo. Es sorpresa, no es fútbol es balompié, el Betis es sacar el balón jugado cuando no se puede, la poesía frente al informe, la resaca, no la aspirina, Rogelio comiéndose un huevo duro que le tiraron en un derbi, la broma antes que el esfuerzo, es no saber perder tiempo, es desafiar al destino poniendo trece barras en su escudo o tener una peña en Chechenia. El Betis es la vena del cuello de Kiko Veneno cuando canta «El mundo es una tontería», el Rey San Fernando conquistando Sevilla, Curro Romero abucheado, un cubata de Silvio, los canteranos que quedan por salir, los extranjeros que se quedarán a vivir aquí, una pegatina en una portada de la feria o un tetra brick lleno de cenizas y promesas.

En el Betis cada jugada es el principio de una revolución preciosa que tarda pero llegará, los regates son desafíos al orden, la gente, quijotes orgullosos de haberse equivocado al elegir y de participar en una mentira que vale la pena.

Por último soy del Betis porque…

NO TUVO INFANCIA…

NACIÓ GRANDE

 

¿Porqué ser del Betis?

 

Porque una de sus figuras históricas dijo una vez que correr es de cobardes. Porque lleva en su escudo trece varales que mecen al verde de la Esperanza de Sevilla. Porque ganó la Liga paseándose en Santander y ese mismo día empezó su peor caída. Porque fundó con toque de cornetas de los armaos de la bética la ciudad del sol y luego puso el Sol en los pies de Luis. Porque tuvo la honra de que le metieran 22 los de aquella parte sin que nadie buscara las tablas verdes. Porque sentó en su poltrona al torero de Lorca y en su sevillanía eterna alcanzó la gloria gracias a un gallego. Porque mandó a los ingleses a la venta para llamarse balompié y luego llegó a la cima guiado por un irlandés que había puesto bocabajo el mítico Old Trafford. Porque dio a O'Connell un palacio en el Porvenir sin tenerlo: Casa Palacio la del moyate. Porque fichó a los vascos de la mili sin talonario y los alojó en la pensión de las hermanas Conde. Porque siempre pierde cuando lo fácil es ganar y gana cuando lo sencillo es perder. Porque es el único equipo del mundo que ha tenido a un alemán negro, Odonkor, y a un brasileño rubio, Sobis, en la foto inicial. Porque ha logrado el imposible de que un jugador suyo, Menéndez, se lesionara durmiendo -se relió la sábana en el pie y al tirar de ella para taparse a mitad de la noche se fracturó el meñique-. Porque tuvo un portero con un dedo menos y otro que vivió, ole, en la calle Goles. Porque inauguró el campo contrario con esencias de Maracaná y todavía no ha sido capaz de inaugurar el suyo entero. Porque tuvo la zurda imperial de uno de Valladolid y la Zurda celestial de un dios con el tres a la espalda. Porque falló el gol de Cardeñosa y metió el que tiró el portero en la final de la Copa. Porque paró el penalti de Dani en la primera noche del Calderón y luego fue otro Dani el que metió el de la segunda noche del edén. Porque jugó en Utrera y Villarín tuvo que darse la vuelta para no ver cómo le metía uno a su equipo. Porque ha jugado en los grandes templos de la Historia para perder a compás. Porque es el equipo del Faraón que paró el eje de la Tierra con media verónica. Porque le dolía al Pali y al Pali sólo le dolían las cosas verdaderas de Sevilla. Porque puso en el mismo once al Puma y al Pato. Porque sentó en el banquillo a Re para tocar desafinado esa sinfonía en Sol Mayor que interpreta con ese duende que da la tierra. Porque una de sus mejores letras se la compuso un sevillista acérrimo borracho de rock. Porque es real como la vida y Real con mayúscula. Porque un obrero trazó un escudo con guijarros en el suelo de la Plaza Nueva, a los pies de San Fernando, y otro hizo lo mismo en el callejón de Romero Murube junto al Alcázar para que el poeta le escribiera esa oda en la que explicó que “su remontar constante de mala suerte y destino o circunstancias contrarios, es lo que nos redujo en el equipo de Sevilla”.
Por romanticismo, tesón y sevillanía y porque la calamidad no nos hunde, sino que simplemente nos define. Porque no hay rayo que parta nuestra paciencia por muy hondo que pisemos. Porque ahora más que nunca sacamos pecho con el escudo bordado en las carnes, somos del Betis. Y sanseacabó. 

 
 
   
 
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